Inspirado en la moda japonesa de los años 80 y 90. Teniendo como referentes a grandes expositores como Issey Miyake, Rei Kawakubo y Yohji Yamamoto. Basándome en sus estilos minimalistas, asimétricos, voluminosos, monocromáticos e incorporando técnicas japonesas en este proyecto.
A pesar de los eventos históricos en Japón, lograron grandes diseños en la industria de la moda. Esto me llevó a relacionarlo con la filosofía japonesa denominada Kintsugi o Kintsukuroi y Wabi Sabi.
Como una taza de porcelana que se rompe, dejamos en el suelo las emociones que nos limitan. Caos, grietas, cicatrices, quebrantados de corazón, pasa el tiempo y las huellas quedan… Adversidad y perfección. Las cicatrices recuerdan nuestra fragilidad, recomponer lo que se ha roto. Largo el proceso de reconstrucción, ahora tiene un valor único. Cada herida es una prueba de haber vivido. He sido fortalecida por mi pasado. Lo que queda es el aquí y ahora, más bella y valiente.
ESTAR VIVOS
Me mantengo despierta en el mundo terrenal, donde el tiempo nos obliga a avanzar, reprimiendo partes de mi ser. En mi vida tengo ideales establecidos y no puedo ir en contra. Vuelvo a pensar y no logro escapar de lo tangible. Pasan los días; en mis sueños intento oponerme a mis pensamientos y emociones, pero debo seguir el que se supone es mi destino. Mi cuerpo y alma sienten una ausencia. Me despido con satisfacción.
Cuando se asoma la oscuridad, no tengo miedo porque me encuentro en un lugar donde no estoy regida por el tiempo, y mi subconsciente se libera, me siento diferente. Me pregunto por qué no lo vi antes, pero para buscar claridad, él me pide paciencia y seguridad, que decida confiar en mí. Mi cuerpo y alma han logrado conectar con mis pensamientos y emociones, mostrándose al mundo tal y como son. Atreverse a sentir.